El otro día os hablábamos del cementerio más grande del mundo, que se encuentra en Irak, y hoy os traemos el más pequeño del planeta. O al menos, sin duda, uno de los más minúsculos que existen. No existen datos fiables de cuál es realmente el más diminuto del mundo, pero éste del Valle de Arán (Lleida), en concreto en la localidad de Bausén, sin duda presenta candidatura. Lo mejor de todo, es su historia.

Este pequeño cementerio apenas alberga una sola tumba. La de Teresa, cuya historia parece sacada de un cuento. A principios de siglo, Teresa y Francisco, jóvenes enamorados, querían casarse. Sin embargo, tenían un grado de parentesco por lo que dada la mentalidad de la época y las estrictas costumbres, el cura no lo permitió. Continuaron viviendo ‘en pecado’, como se denominaba a las parejas de aquellas tiempos que convivían y tenían hijos sin casarse.
A la temprana edad de 33 años, Teresa falleció. Y dado su pasado, el cura no permitió de ninguna manera que fuera enterrada en el cementerio local cirstiano, por lo que todo el pueblo se puso manos a la obra para construir en apenas un día un rincón para que Francisco pudiera velar a su amada. Así, surgió uno de los cementerios más pequeños del mundo.
